Después, con todo el sueño, me tuve que dedicar a cocinar y hacer aseo, terminando a las 6 de la tarde. Entonces ya llegó la hora de la once, por ende ¿a quién le tocó prepararla? a mí, si mi padre es más flojo que la mandíbula de arriba.
Pero entre la leche derramándose por la cocina y el plato de cereal pegado en la pared, ya se me quitó el apetito... No es por nada, pero ¡cómo mierda odio mi genio!
PD: tengo mis dedos con olor a cereal
Cada vez que respiro, cada vez que me odio más...
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