Mensaje en una canción...




noviembre 20, 2008

Traje desastre (parte 1)

Me siento como la pantera rosa, aquella joya que todo el mundo quería tener y que nadie sabe dónde mierda está...

Creo que no me he dado a presentar: mi nombre es Eulogio y soy homosexual. Empezarás con las preguntas típicas del periodista que no dejas fuera de tu vida, ¿no? Oye, ¿puedo fumar aquí o me puedo pasar por el culo la ley? Porque sin cigarro no hablo, te lo juro.

Me crié en un orfanato en el campo, cerca de la cordillera. Eramos un montón de cabros pelusas, inocentes y odiados por nuestras familias. La monja Benedicta, a cargo de nosotros, nos decía que estabamos ahí por ser unos pobres weones, la escoria del mundo. Y por mucho tiempo le creí. ¿Tienes cenicero?

Te decía que nuestra niñez se iba entre los Padre Nuestro y los latigazos que escuchabamos en las noches desde la habitación de la monja maldita. ¡Si era muy mala la desgraciada! Si llorabamos nos daba agua con sal, para recuperar las lágrimas, o si no queríamos comer nos guardaba el mismo plato hasta que lo comíesemos, no importando si estaba frío, rancio o con caca de los ratones de la cocina.

Ya al salir del orfanato, juré que iba a saber por qué me abandonaron mis padres. Traté de averiguar la mayor cantidad de información, pero nada... No habían rastros de mi nacimiento. Podía ser hijo del patrón del fundo, o de una prostituta borracha, qué se yo...

Sin saber nada de mi pasado, me inventé un presente: Me vine a vivir al puerto, buscando un futuro mejor. Pero, ¿sabes? Mi pasado sin querer lo encontraría acá...

¿Que por qué te dije que soy homosexual? ¿Hay algún problema con eso? ¿O te asusta que algo pueda pasar entre nosotros? Jajajajajajajaja, déjame decirte que no eres mi tipo. Ahora si pasa algo después eso lo veremos. Pero déjame seguirte contando...


Al llegar al puerto, busqué trabajo en lo que fuese: fui mesero en el Marco Polo, recolector de basura, hasta limpié los baños del Parque Italia, pero en nada duraba más de una semana. ¿Cómo es que dicen que hay tanta pega disponible? Puras mentiras del gobierno de turno... Ahh, mierda de encendedor. ¿Tenís fuego?

Tampoco tenía un lugar donde quedarme, sólo tenía la referencia de un cabro del orfanato, mas la famosa "tía" era el maricón más famoso del puerto, el maricón Fabiola, donde se encontraba el puterío más grande de la ciudad. Como no encontraba nada más, me quedé alli.

Fabiola era un moreno de unos cuarenta años, alto, con la mirada triste y sus pestañas largas. Imagínate yo, un cabro de 18 años, parado en la puerta de este tipo vestido de lentejuelas plateadas y con pelos que sobresalían a sus pechugas falsas. Me miró de la cabeza a los pies, y me dijo: "pasa, weon".

continuará...


Cada vez que respiro, cada vez que me odio más...

2 comentarios:

Ya no me enganas, descubri tu blog dijo...

no está mala la historia, ah?

por favor usa una letra más grande, eso sí. tengo que agrandar como 4 veces la letra del navegador para alcanzar a leer.

saludos

Narkito dijo...

Tanto tiempo desaparecido y después me sales con esto, notable, espero la segunda parte.

A todo esto, de dónde salió esta historia?