Mensaje en una canción...




febrero 07, 2006

Que tiempos aquellos...

Buscando una foto en mi pc, encontré un sitio que había creado para expresar mis sentimientos. Dentro de él tenía fotos y reflexiones (digamos que en esa época no había ni fotolog ni menos blogs), y me puse a leer. Encontré este relato que es de antología en mi familia, y se llama Lo que odias de tu familia:

Hay veces que es muy fácil odiar a tu familia. Primero que todo, empiezas a odiar a tus parientes: tíos, primos, etc., para luego seguir con tus padres, y luego con tus hermanos (si es que tienes).Todo puede empezar facilmente con una salida al supermercado:
Tus padres te indican que debes ir al supermercado con ellos porque deben comprar un artículo especial el que sólo tu sabes cuál es (¿por qué para algunas cosas los papás son tan "especiales"?), aunque tengas que hacer algo más importante (o no quieras hacerlo). En eso, escuchas un llamado telefónico: son tus tíos que son de 30 kms de distancia de tu casa, para que se junten en el supermercado.
En ese momento tu te quieres morir: sabes ya la odisea que te espera... Haces lo imposible por no ir: esperas un llamado telefónico, debes estudiar para una prueba al día siguiente (aunque a veces te acuerdas justo en ese momento, qué conveniente ¿no?), debes hacer un trabajo, etc... Pero no, no te resulta y debes ir obligado con ellos.
Hacen todo el trayecto hacia el supermercado, tratando de acordarse lo que hay que comprar, y discutiendo tonteras, mientras tú intentas retroceder el tiempo justo una hora antes de ir a comprar, para poder salir hacia algún lado. Te das cuenta que no eres un mago como para poder hacerlo. Te frustras. Pero todavía sigues de pie.
Llegan al bendito supermercado y te encuentras con tu tía, que a pesar de ser una excelente persona, es tan histérica que te dan ganas de ponerle un sello en la boca, y su marido, un viejo tirado a cabro chico, que es más pendejo que su nieto, y que alega hasta por los codos. Aquí te preguntas por qué Dios te dio esta familia.
Entonces van rumbo a los estantes del supermercado como desesperados, que el supermercado no tuviera más mercadería en la bodega, mientras tú, aburrido, llevas el carro que de a poco se va llenando.
Recién aquí comienza el terror.... Se te había olvidado que tenías un primo menor viviendo con ustedes y que los había acompañado a comprar y que tus tíos habían ido con su nieta. Se empiezan a comportar como verdaderos animales, de esos que han estado cautivos por mucho tiempo, botando productos de la estantería, corriendo de un lado para otro.
Te empieza a hervir la sangre: "estos cabros van a dejar la media cagadita", por lo que te vuelves su guardián. Empiezas a perseguirlos: "quédense acá con nosotros, no se vayan a perder". Las pinzas que te importa que se vayan a perder: a esta altura eso te da lo mismo, y hasta cierto punto lo prefieres, pero lo que te importa es que no se manden más condoros por ahora. Se te empieza a acabar la paciencia.
Y de un momento comienza el mundo bizarro: empiezan tus super tíos, esos que durante todo el momento ni te han pescado, a retarte por como tratas a los "niños". "Si son sólo niños. Hay que dejarlos que boten toda su energía". Sin embargo, son ellos los que no saben tratar niños. Es cierto, yo no tengo paciencia, pero tampoco ellos son monjes budistas que la practican. Los acostumbran a que cualquier llanto, corren como desesperados y les compran todo lo que quieren. Y eso me empelota, porque es malcriar al futuro de Chile.
Luego del injusto reto que te llega, te da rabia. No aceptas que tú pagues los platos rotos. "¿Por qué recibo yo el reto, si son ellos los malcriados?" te dices. Refunfuñas entre los dientes. En eso te escucha tu madre. Te dice: "déjate de alegar, ¿quieres? No me des más problemas", lo que más te hace hervir la sangre. Le contestas. "¿Por qué cresta la agarran conmigo?". "¡Córtala de una vez!".
Ya en este momento, no quieres más guerra. Lo único que quieres es llegar a tu casa para encerrarte en tu pieza. Pero lo peor todavía no pasa: a tu primo chico le compran una bebida. Por andar hueviando, te da vuelta la estúpida gaseosa encima tuyo. Tus pobres zapatillas quedan todas pegajosas. Le hablas en el oído: "Mira hueón chico, en la casa vamos a arreglar los dos", dando a entender que lo vas a echar a acostar llegando.
Pero tienes demasiada mala cueva: tus tíos te escuchan. Todo se te va a la mierda: "¿Cómo es posible que amenaces así a un pobre niñito, tan chico?". "Jamás pensé que serías capaz de pegarle a un niño chico". Más rabia te da. A este momento lo único que quieres es llegar pronto a tu casa. Entonces haces lo más fácil: los mandas a la mierda, y te vas sólo a tu casa, con tus zapatillas empapadas.
Por fin estás en tu casa. Maldices cinco minutos seguidos a tu familia. "¿Cómo pueden ser tan idiotas?". Más rabia te ada con ellos. Luego, te pones en el computador a escribir estas palabras...


Veo que después de tantos años, las cosas no cambian... sólo cambian los actores pero la situación se mantiene.



Cada vez que respiro, cada vez que me odio mas...

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